Los sueños no son un terreno inexplorado en el cine, tenemos películas cómo Mulholland Drive o La Ciencia de los Sueños (La Science des rêves) que nos transportan a estos mundos en dónde sólo la capacidad de imaginación de nuestra mente marca el límite. Sin embargo nunca antes se había visto algo como El Origen (Inception) estrenada en 2010. Nolan tardaría 9 años desde que tuvo la idea de abordar este fascinante tema hasta lograr concretarlo y llevarlo a la pantalla grande. Cuando surgió la idea no contaba con los recursos necesarios para hacerla y según ha afirmado con la tecnología de aquella época no era posible llevar a cabo lo que tenía en mente, de modo que decidió aguardar a un momento más propicio.
Cobb (Leonardo Di Caprio) es un hombre que se dedica a robar ideas. ¿Cómo hace esto? Sencillo: introduciéndose en la mente de la persona o más concretamente, en sus sueños. Cobb contactará con Ariadne para que se integre a su equipo y juntos realicen un último trabajo. Esta vez no robará una idea sino que intentara sembrarla. A medida que se sumergen en este mundo controlado en gran parte por el subconsciente, Ariadne descubrirá que Cobb guarda secretos obscuros que podrían amenazar con destruir la misión y a ellos mismos.
Después del éxito de Batman: El caballero de la Noche (The Dark Knight) Nolan pudo por fin poner manos a la obra y tuvo la oportunidad de dirigir y escribir El Origen. Ahora bien, en todo filme la construcción adecuada de los sets es importante puesto que de estos depende en gran medida la «credibilidad» de la historia que se nos presenta; en El Origen representó un desafío en varios niveles. El primero de ellos es la construcción de diferentes mundos y mundos dentro de esos mundos que fueran extensiones mismas de los personajes en cuyos sueños nos encontramos. Estos deben reflejar sus miedos, sus recuerdos, sus anhelos, así como su propio subconsciente. Por otra parte también está la dificultad que representa la recreación etérea de la materia de la que están hechos los sueños, sentado en base a ciertas reglas sí, pero que a la vez rompa completamente con lo que uno ve día a día, aún en el cine. Nolan claramente se tomó su tiempo para meditar sobre aquellas cosas y sensaciones que todos hemos experimentado alguna vez mientras dormimos. Gracias a esto es sencillo identificarnos con los personajes, con su muy peculiar trabajo y creer en la historia que se nos presenta, por más descabellada que pueda parecer. Después de todo la idea de si es o no posible compartir los sueños es un tema largamente discutido y con la que muchos han fantaseado alguna vez.
Nolan se dio a la tarea una vez más de prescindir todo lo posible del CGI y construir los escenarios sobre grandes máquinas en las que pudieran hacerlos girar 180° grados lo cual por su puesto hace lucir impresionantes las tomas, le dota de dinamismo casi dándole vida propia a este mundo de sueños.
De hecho el filme contiene alrededor de 500 efectos visuales, en contraste a muchas otras películas con esta clase de efectos impactantes que pueden tener alrededor de 2,000. El uso de la tecnología IMAX usado para Batman: El Caballero de la Noche, fue contemplado pero debido a que el filme requería de muchas tomas con la cámara al hombro, fue descartado. El director tampoco quiso hacer uso del 3D pues » distraería de la experiencia».
La selección del casting también era muy importante y al final, después de considerar a actores como Brad Pitt, Rachel Wood y Don Johnson, al final Leonardo Di Caprio, Marion Cotillard, Joseph Gordon-Levitt, Ellen Page, Tom Hardy y Cillian Murphy serían los responsables de encarnar a los protagonistas de este filme. Sus excelentes actuaciones ciertamente dan vida a sus respectivos personajes y nos hacen creer por un momento que lo que viven podría ser posible, que incluso podría tratarse de uno de nosotros. Curiosamente respecto al equipo que acompaña a Cobb en su misión, Nolan comentó para una entrevista a Entertainment Weekly que cada uno de los roles que encarnan los personajes corresponden a los que se usan en la filmación de una película: Cobb es el director, Arhtur es el productor, Ariadne es la diseñadora de producción, Eanes es el actor, Saito es el estudio y Fisher la audiencia. El director dijo:
«Al tratar de escribir el proceso creativo de un equipo, escribí acerca de mi propia experiencia.»
La música -compuesta como en su anterior película por Hans Zimmer- da un toque de misterio hipnotizante, de crudeza y fascinación.
En esta ocasión Nolan manipula tanto el tiempo como el espacio de modo que no necesita hacer demasiado uso de los flash backs puesto que estos pedazos del pasado siguen existiendo dentro de la mente del protagonista, confinados en lo que es, literalmente, el lugar más recóndito de su subconsciente. De hecho se hizo una versión ralentizada de la canción de Edith Piaf, «Non, je ne regrette rien», simulando así que el tiempo se movía más despacio en cierta parte del filme. La canción originalmente dura 2 minutos y 28 segundos, como un guiño a esto la duración de la película es de 2 horas y 28 minutos.
La película obtendría cuatro premios Oscar incluyendo Mejor Fotografía, Mejores Efectos Visuales, Mejor Mezcla de Sonido y Mejor Edición de sonido; así mismo sería nominada a las categorías de Mejor Banda Sonora, Mejor Guión Original y Mejor Dirección Artística.
De cierta forma esta historia en parte romántica, en parte trágica, nos permite conocer la parte más íntima de una persona, su mente, nos sumerge en ella invitándonos a descifrar sus enigmas y diseccionar sus partes. Como en sus anteriores cintas, es la complejidad del ser humano, su esencia, su mente, su corazón, los que nutren la trama dando como resultado una historia escalofriante, irónicamente realista, conmovedora y aterradora al tiempo que no deja de estar llena de acción y entretenimiento. El Origen no es una película diseñada para que sólo algunos puedan disfrutarla, sino que está aterrizada de tal forma que es accesible para todos.
A pesar de las críticas, la fuerza le acompaña en taquilla