Para ser el debut oficial del director Chad Michael Ward, la película es una premisa bastante prometedora de futuros trabajos del director, el hecho de ser de bajo presupuesto no le fue un impedimento para hacer brillar el proyecto en ciertos aspectos y hacer que llamara la atención de más de uno.
Strange Blood, es excéntrica y posee una trama interesante que carga cierto suspenso atractivo y entretenido. Toda la trama recae en dos personajes, un brillante científico de nombre Henry y su asistente Gemma; Henry ha desarrollado una posible cura universal, una cura que podría salvar a millones de personas alrededor del mundo de las más terribles enfermedades como el cáncer.
Pero algo sale mal, Henry contamina su sangre con la supuesta cura y esta, más allá de hacerle algún bien, dispara sus impulsos volviéndolo errático, violento, sanguinario y peligroso.
La idea de Strange Blood es tentadora y en definitiva la película empieza con todas las de ganar, no obstante pierde el ritmo y por consecuente, llega a un punto en el que pierde todo camino volviéndose predecible y una más del montón.
Las actuaciones no son malas, pero tampoco rallan en algo imperdible. Aceptable sería la palabra. Robert Brettenaugh tiene momentos brillantes en su actuación, pero estos se pierden en el drama del guión donde simplemente no puede mantener el ritmo.
Ward supo aprovechar los recursos que estaban a su disposición y llevó a la vida una película que apela a los extremos del criterio, eso quiere decir, te gusta o no te gusta.
A pesar de las críticas, la fuerza le acompaña en taquilla